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Gurripatos de Málaga

Gurripatos de Málaga

Ratificación del Juramento a la Bandera de 150 ex-soldados que cumplieron el Servicio Militar en la Base Aérea de Málaga entre los años 50 y 56.

Presidió el acto el Excmo. Sr. Don Fernando de Querol Müller, capitán general de la segunda región Aérea y Jefe del Mando Aéreo Táctico. Estuvieron presentes en este acto el gobernador militar de la plaza, general Puga Cruz; Coronel Jefe del sector Aéreo de Málaga, Julio Sancho; comandante de Marina, Joaquín López Cortijo y González Aller; coronel Jefe del Reglamento de Infantería Melilla-52, Gumersindo Aguado Llorente; jefe provincial de la Policía Nacional, teniente coronel Castillo; teniente coronel jefe de la 251 Comandancia de la Guardia Civil, Antonio Montero, así como jefes y oficiales de los tres Ejércitos.


Tras ser recibido el capitán general de la segunda región Aérea con los honores de ordenanza y pasar revista a las tropas formadas, se celebró una misa de campaña oficiada por el reverendo padre Jacobo del Real. A continuación, tras ser leído el ritual del juramento, los 150 ex soldados gritaron: «si juramos» y marcharon emocionados a besar la bandera nacional.
Don Francisco Javier Puerta de las Doblas leyó un sentido discurso en nombre de sus compañeros. Decía así:


«No estamos aquí reunidos este grupo de españoles que hace años prestamos el servicio militar en el Ejercito del Aire, ni única ni fundamentalmente, para rememorar, con legítima emoción, uno de los acontecimientos más transcendentales de nuestra vida. Aquel que señala la cima de nuestra proyección como españoles. No hemos sido convocados solamente por la nostalgia; nostalgia justificada en este emotivo reencuentro con jefes y compañeros de ayer y en el mismo escenario donde, aquel día inolvidable, formulamos nuestro sagrado juramento de fidelidad a la patria y por vez primera, besamos los pliegos de su bandera.


Llegamos aquí impulsados por otros profundos motivos. El primero de ellos, nuestro amor a España, dogma y pasión en nuestra vida. Patria que es nuestro gozo y dolor, angustia y esperanza.


Estamos aquí impelidos por nuestra piedad para con la bandera roja y gualda, emblema supremo de la patria, símbolo permanente de su grandeza. Enseña de nuestros héroes y sudario de nuestros mártires, cuya gloria es nuestra propia dignidad.
Y venimos aquí movidos por nuestra gratitud, admiración y lealtad al ejercito, expresión máxima del patriotismo, cuyo orgullo es nuestro honor y cuyo honor es nuestro mayor orgullo.


Estos son los principios que, como preciada herencia, recibimos de nuestros mayores, y que durante el tiempo del servicio militar, el ejercito ilumino y arraigó indeleblemente en nuestro ser, con el rigor, la generosidad y la disciplina, de la palabra y del ejemplo.


Formación que quizás nunca hemos suficientemente agradecido y que hoy bendecimos. Formación que hemos procurado infundir en nuestros hijos. Formación que hemos guardado y defendido, de críticas y agresiones, como uno de los más caros valores de nuestro patrimonio espiritual.


Es cierto que a la patria no se la glorifica exclusivamente exaltándola con gestos y voces, sino, como nosotros hemos intentado desde el momento en que dejamos las armas, mediante el cumplimiento de todos nuestros deberes, cantándola en el hogar, en el trabajo y en la sociedad, con las estrofas sencillas de nuestras obras.


Pero desde ese silencio de cada día, hacia tiempo, años, que todos los que estamos aquí y otros muchos que no han podido acompañarnos, ansiábamos, dando rienda suelta al corazón, proclamar en alta voz y a todos los vientos, nuestro patriotismo, nuestra inquebrantable fidelidad al juramento prestado y nuestra devoción a la bandera, y que ese clamor llegará, con fervor y cariño, al Ejército español, a las gloriosas fuerzas del Aire.


Y ha sido gracias a la compresión y el estimulo del ilustrísimo señor coronel jefe de este sector, nuestro siempre capitán sancho; y al apoyo de del ilustrísimo señor coronel jefe de esta base; y a la asistencia de sus jefes, oficiales y suboficiales, y particularmente, a la solicitud del excelentísimo señor capitán general de la II región, Fernando Querol y Müller, que a todos nos enaltece presidiendo este acto, como este sueño nuestro, se ha hecho, jubilosa realidad, en esta esplendorosa mañana. Mi general:


Aquí estamos unos soldados de ayer que se sienten, moralmente, tan soldados como entonces. Y si la esencia del espíritu militar es la disposición ilusionada y generosa de entrega a la causa de la patria, queremos seguir siendo soldados de España mientras la vida nos aliente.


El paso de los años habrá restado, en mayor o menor medida, fuerza a nuestro cuerpo, pero no energía a nuestro espíritu ni firmeza a nuestras convicciones.
Y con la mayor energía y firmeza, con juvenil entusiasmo, os decimos:


Por España, bajo su bandera, y con su Ejército, a sus órdenes hoy como ayer. ¡A sus órdenes siempre! ¡A sus ordenes hasta la muerte!
Tras serle entregada una placa por los renovantes, intervino el capitán general de la II región Aérea quien, entre otras cosas, dijo:


«Después de tantos años, os volvéis a reunir en esta Base bajo los pliegues de nuestra bendita bandera, símbolo de nuestra patria, común, única e indivisible»
Resaltó el orgullo que le representaba este acto y añadió: «Vuestro amor a la patria y al Ejército son el resultado de una buena semilla. Compañeros, en estos momentos, vuestro ejemplo y vuestra presencia aquí es un bálsamo a nuestras inquietudes y preocupaciones. Compañeros de armas en la paz, gritad conmigo: ¡Viva España! ¡Viva el Rey!
Finalmente las tropas desfilaron ante las autoridades y asistentes al acto.


Y los reafirmantes se reunieron llenos de emoción con sus familias, que habían sido espectadores gozosos del juramento. Con ellos pudieron compartir también una copa de vino español que se sirvió como celebración de tan solemne acto.

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